Diócesis de la Santísima Encarnación
Encarnación, 2 de julio de 2018
Ante el debate suscitado el día de hoy por la publicación en la prensa de un caso de aborto y las opiniones respecto del proceso judicial, queremos manifestar lo que sigue:
1 Toda vida humana es valiosa, única, irrepetible. Toda muerte es dolorosa y traumática.
Propiciar o provocar la muerte de una vida humana nos duele, y debe dolernos a todos. Cada muerte, sea de un bebé nacido, o de un bebé en gestación desde su concepción, representa una pérdida irremediable.
2 En el espíritu de las enseñanzas de Cristo, no emitimos un juicio sobre la madre, el padre y
las personas allegadas involucradas en cada caso de aborto, pero a todos ellos los exhortamos a recapacitar y a reparar el daño moral que el aborto ocasiona, en los involucrados y en toda nuestra sociedad. La pérdida del bebé no puede ser recuperada, pero queda un daño moral. Las condiciones concretas y los motivos particulares que llevan a una persona a pensar en un aborto a realizarlo, las conocen los afectados. Pero incluso en la desesperación o en la angustia de los mismos, insistimos que la muerte nunca es una solución. Como sociedad, hombres y mujeres debemos amar toda vida y crear condiciones para proteger, acompañar, sostener y cuidar de toda vida, tanto del bebé no nacido, como de la madre que lo abriga en su vientre.
3 Como cristianos defendemos la vida y reconocemos que la misma se inicia en la concepción, momento desde el cual una nueva persona, un individuo, con todo su potencial, nos es regalado para recibirlo y amarlo.
4 Exhortamos a las autoridades judiciales, a los profesionales del derecho, a los médicos y
auxiliares de la mediciina, a ser celosos custodios de cada vida humana, más aún de las más
vulnerables, entre las cuales contamos al no nacido y a la madre gestante.
5 Respecto del proceso judicial, de los argumentos esgrimidos y de la sentencia emitida,
compete a las autoridades judiciales y a todos los profesionales del derecho involucrados, verificar si las consideraciones expresadas en cada caso se ajustan a las definiciones consignadas en el Derecho, velar por la tipificación correcta de los delitos que son juzgados por el Derecho Penal, evaluar la actuación de abogados, fiscales y jueces en cada proceso, ratificar las sentencias justas y promover la invalidación o reconsideración de sentencias y sanciones inapropiadas. Exhortamos a los responsables de la justicia a velar por el cumplimiento de los principios definidos en la Constitución Nacional, a evitar cualquier legitimación impropia que atente contra la vida del bebé en gestación, a garantizar el cumplimiento fiel de la ley y de sus procedimientos conforme al Derecho, a proteger a las madres de cada hijo de nuestra Patria y de cualquier nacionalidad, origen, etnia o
condición.
6 A los fieles de nuestra Iglesia Católica recordamos que el aborto constituye un pecado grave. Fieles al Evangelio de Cristo y al Magisterio eclesial recordamos que todo pecador arrepentido está llamado a recibir el perdón de sus pecados, a ampararse en la infinita misericordia divina, de la cual la Iglesia a través de sus pastores es administradora. El Papa Francisco ha concedido la facultad, a todos los sacerdotes para absolver el pecado de aborto en la confesión y para levantar la pena canónica de ex-comunión vinculada a este pecado. Dios quiere que el pecador se convierta y viva; que reconciliado con Dios, consigo mismo y con los hermanos, corrija su error y encuentre la paz.
7 Invitamos a todos los fieles católicos, a todos los que se reconocen cristianos y a todas las
personas que aman toda vida, a que elevemos nuestra plegaria incansable por la defensa de la vida del bebé en gestación y de sus madres, por el cuidado de toda vida. También invitamos a promover una manera de vivir que no consienta con la violencia y el abuso, en ninguna de sus formas, y a promover la solidaridad, el cuidado y el respeto entre todos, la concordia y la paz.
+ Francisco Javier Pistilli Scorzara, P.Sch.
Obispo de la Diócesis de la Santísima Encarnación
Comments