De modo muy auspicioso y con una nutrida concurrencia, finalizó el "Encuentro Diocesano de formación y celebración para Catequistas y Agentes Pastorales".
Las Jornadas fueron organizadas por la Junta diocesana de Catequesis contando con la participación de 300 catequistas y agentes pastorales.
Bajo la consigna no podemos callar lo que hemos visto y oido, se desarrollaron las distintas temáticas inspiradas en un momento central de Adoración de Cristo Vivo en la Eucaristía.
Los distintos grupos discutían animadamente, como renovar y actualizar cada vez mejor el perfil del catequista a la luz de los últimos documentos del Papa Francisco. Para ello se vio como necesario tomar siempre en cuenta las realidades familiares concretas de cada comunidad parroquial.
Quedaba de manifiesto a partir de muchos testimonios, el deseo y la necesidad del catequista de salir más al encuentro del hermano. La necesidad de una conversión pastoral donde el catequista se constituye primeramente en el discípulo que escucha a Jesús mientras trata de comprender lo que pasa a su alrededor. No para quedarse sentado sino para salir de sí mismo apoyando a los demás hermanos.
"Sin Jesús y sin nuestro compromiso con la comunidad no hay manera de transformarnos ni de transformar nada positivamente en nuestra comunidad", según las palabras de una catequista de un pueblo del interior.
Decían muchos catequistas que mientras evangelizaban también sentían ser evangelizados y que enseñando aprendían. Que esto era una experiencia viva de ida y venida con resultados muy positivos tambien para su propia familia.
La Santa Misa de clausura fue celebrada por el Obispo Monseñor Marcelo Martorell quién animó a los entusiastas catequistas para sus tareas de cara al nuevo año, pero recalcando que sin una atenta escucha y contemplación de Cristo no hay evangelización posible.
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