Hermanas y hermanos queridos en Cristo Jesus,
Arriba un cuadrito de nuestros caminos misioneros.
Hay que mirar muy bien.
El chico en el cuadro casi no se ve. Pasa desapercibido.
Por no mirar bien, mucha gente en nuestra sociedad pasa ignorada, invisibilizada, ocultada, indiferenciada, anonimada o negada. Pero Dios no los pierde jamas de vista, los tiene muy cerca a los pequeños de la mirada de su corazon!
Lo pequeño existe y es grande para los ojos del Corazón, aunque parezca insignificante a los ojos del mundo.
Este chico camina en medio del monte. Hijo de una familia muy pobre de campesinos, va a todos los dias a pie más de dos kilometros hasta la escuela. Con calor, frio, lluvia o helada, no quiere faltar nunca.
Aparte de las tareas escolares tiene que ayudar en la chacra: azada, machete, pala, rastrillo son sus compañeros infaltables desde las seis de la mañana. Luz no hay por esos lugares y agua tiene que sacar del pozo igual que todos los vecinos del lugar.
La capilla del proximo paraje queda bastante más lejos que la escuela. Hace un tiempo que se junta con los vecinos que tienen su pastor de ahí nomas.
Este chico casi invisible en la exuberancia del paisaje misionero es uno de los miles y miles de chicos misioneros del interior profundo, que nunca cotizarán en el mercado de valores.
Pero su verdadera dimensión está en el corazón de los que le aman. En el corazon de sus seres queridos. En el corazon de Dios que lo tiene presente ante su mirada.
Este es un chico siempre esperado. A la ida lo espera el maestro, a la vuelta lo espera la madre!
Por eso, hermanas y hermanos queridos, celebramos la Pascua de Cristo en la que Jesús nos rescata a cada uno personalemente con nombre propio y único. Adquirimos un valor tan grande porque fuimos rescatados por el precio máximo, nada menos que la Sangre de Cristo. Desde entonces valoramos con ojos del amor cristiano a cada persona por mas pequeña e insignificante que sea.
El tamaño es lo de menos; pequeño, imperceptible, nacido en el monte, en el lugar más apartado o esperando aún en el vientre de mamá. Es un misionerito, es uno de los nuestros.
Por eso, felices Pascuas en lo que ustedes hacen sirviendo a Dios en el prójimo, aquí en nuestra querida Diócesis del norte misionero. Ustedes llevan la Pascua de la vida nueva trabajando en las escuelas, con las familias en el barrio y la colonia. Ustedes procuran cada día en nombre de Cristo y María Santísima para que ni un sólo misionerito se pierda!
Por la presente les transmito también un afectuoso saludo pascual de nuestras hermanas y hermanos de Hamburgo, muy contentos de poder seguir trabajando hombro a hombro con nosotros en este año.
Para eso imploramos la bendición de nuestro Padre Obispo Marcelo que nos siga sosteniendo siempre en este nuestro servicio a la Vida.
Con afectuoso abrazo fraterno, en Jesús y María
Gerardo
Diácono Dr. Gerardo Vetter
Pastoral de Comunicación SocialDiócesis de Puerto Iguazú
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