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La Cruz de don Guillermo




A comienzos de los años 80, María madre de nuestro Señor Jesús reclamaba insistentemente un lugar en el Hospital Samic de Eldorado para estar más cerca de los enfermos y de los trabajadores de la salud. En aquella época Doña Dora Edthaler y Gerardo Vetter comenzaron a gestionar ese deseo de la Madre Dolorosa para el hospital. El arquitecto Bozzo hizo los planos; madereros de Eldorado y Terciados Henter de Monte Carlo aportaron la madera necesaria. El maestro carpintero Don Guillermo Martínez levantó con sus propias manos y en nombre de San José la Capilla en honor de la Madre Dolorosa. Con la mejor madera construyó la cruz central que desde hace cuarenta años preside todas las celebraciones.

Con la actual ampliación y renovación del Samic se emplazó la nueva y muy moderna capilla en el corazón mismo del hospital, al lado de Terapia Intensiva. El Padre Obispo Nicolás, Padre Rubén y Padre Eduardo con la presencia del director Dr. Durán, numerosas colaboradoras de la Pastoral de la Salud y personal del hospital, reinauguraron con muchísima alegría la Capilla de la Madre Dolorosa. El torrencial aguacero que se sumó justo en ese momento, parecía querer acompañar con su repiqueteo el canto de la gente.

Se trasladaron los bancos y el altar a la nueva capilla. La cruz hecha hace cuarenta por don Guillermo pasó a ocupar el lugar reluciente y más importante del altar portando en centro al Santísimo Sacramento en su sagrario.

Capilla nueva en sus blancas paredes, pero antigua en sus ya cuarenta años acompañando con el Corazón de la Madre María silenciosamente las huellas de su hijo Jesús al lado de cada enfermo, de cada familia, de cada servidor de la Salud en ese hospital.

María al pie de la cruz con su Santísimo jamás duerme. Ella está, día y noche al pie de la cruz de todos los enfermos y sus familiares. También lleva en sus brazos al carpintero de su capilla. Es que Don Guillermo doblado por los años ya no camina y sus ojos no distinguen el color de las vetas. Sus callosas manos dejaron las herramientas para palpar ahora ya solamente el Rosario de María.










El Grito Misionero

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